Las calles son lo único que me tranquiliza cuando me comen las paredes
(esté sereno o drogado). Por eso mismo voy a recoger a los colegas.
Para eso mismo: para ponernos como cabrones. Íbamos tan drogados por las
calles de Ruzafa que, cuando estábamos pintando, no nos dimos cuenta de
que aparecía el padre de una de ellas, llevándosela a rastras - por no
decir casi de la oreja.
Total, que llegamos a su casa, y ahí hay un
equipo de cine con sus decorados, maquilladores, y toda esa mierda.
Pronto nos dimos cuenta de que lo que filmaban no era demasiado
convencional.
Al verme, el director me dijo si quería entrar al
trapo. En una situación normal no lo hubiera hecho; pero uno que es muy
curioso se lanzó al río, y en el momento en el que estábamos haciendo
una doble penetración, la tipa se cagó en la polla del otro actor
dejándosela como algo parecido a una copa de chocolate cocinado de hace 3
semanas.
De repente sentí como me teletransportaba (superdrogado) al “Pont de les Flors”, en plena Feria Alternativa.
Allí
encontraba a chicas que iban igual o peor que yo de enfrascadas, y de
las cuales aprovechaba un poco la situación para sobarles como un
chiquillo, porque si dicen que hay que aprovechar las oportunidades, se
aprovechan, que para algo estamos.
Y aquí pasa lo que suele pasar siempre que en los mejores momentos, es cuando suena el despertador, ¡Me cago en Dios!
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