martes, 19 de febrero de 2013

DESPOJOS


Acabo de entrar en el banco para sacar perras y pegarme el festivalorcio padre pero, como pasa algunas noches, tiene que venir el capullo de turno que intenta atracarte.
O sea que ahora mismo estoy con una navaja casi en el costado y un sentimiento entre rabia e impotencia. Pero hoy no me tocan los huevos, así que, con las mismas, le pego un pisotón en el pie, seguido de un directo a la boca, una patada en los huevos y un codazo en la nuca.
Aun así, mi sed no estaba satisfecha: unos perversos pensamientos estallaban en mi mente. Al poco, vi que el tío estaba retorciéndose de dolor, y reanimándose.
Como si me hubiera llegado la inspiración de repente, sin pensar, le clavé su puta navaja (con la que intentó pasarse de listo) en el costado y la removí, para ver como chillaba de agonía y de dolor.
Luego clavé la cuchilla hasta el fondo, para acto seguido moverla en círculos; así esa herida no cicatrizaría. Como tenía más ganas de sangre, y consumido por el morbo, decidí cogerle del pelo, arrastrarlo hasta la caja automática y estamparle la cara contra la pantalla de éste, escuchando una magnífica melodía de dientes, nariz y mandíbula rotos, y ojos que salían de las cuencas.
Cuando decidí parar, y vi la que había organizado, pensé en mil cosas: en huir del país, en quemar el puto banco y matar dos pájaros de un tiro, en matarme yo también..., pero como la verdad es que en ese mismo instante poco me importaba lo que pudiera ocurrir después de esa movida, me puse mi chupa (que me había quitado debido al calor que hacía por la calefacción) y dejé todo como estaba.
Más tarde, paseando por la calle, con un frío que despertaría a los muertos (hasta al que acabo de enviar al otro barrio), me entraron unas ganas de follar tremendas.
De repente suena el móvil y se enciende el número de una tipa con la cual quedo a menudo. Llamé al timbre de su casa mientras apuraba un cigarro y me dijo que subiera. Fue llegar a la puerta, entrar a su habitación, poner la música e ir directamente al trapo.
Tras un buen 69 mientras sonaba "Fucking Hostile" de Pantera a toda hostia, empecé a darle caña como si no hubiera un mañana, mirándole a la cara, mirando como chillaba al compás de la música…
Le tocó a ella encima cuando se escuchaba de fondo "Hammer Smashed Face" de Cannibal Corpse, con esa voz de león y esos acordes, junto a la batería, que hacen pensar que estás en la selva enfrentándote a las bestias… y para colmo ella se movía como las profesionales.
Los ojos me daban mil vueltas, como en las tragaperras. Después de cansarme de pensar en ocho mil cosas y contener la lefa en el capullo, decidí apartarla y correrme en sus tetas, quedándome más que satisfecho.
Como uno es muy tradicional, después del polvo salvaje decidí enchufarme un cigarro y darle otro a ella, y hablar de la calle: del bien, del mal, de lo mucho que la quería(aunque realmente me lo cuestionaba),y un largo etc.
Salí de su casa a las 7 de la mañana, con una sonrisa de oreja a oreja, y con una curiosidad del copón.
Entonces, fui al lugar de los hechos a ver qué coño estaba pasando; y vi que ya estaban en acción los de las chapas así que pasando un poquito desapercibido, porque sabía que tarde o temprano mirarían las cámaras y en los vídeos saldría mi cara.
Decidí marcharme de allá, mientras mis labios dibujaban una sonrisa perversa.
Tenía más ganas de caña y de putear, sobre todo a los más grandes, y como le tengo una gran fobia a la puta religión (y siguiendo la doctrina del Inner Circle noruego), sabía que mi próximo objetivo era quemar iglesias, con los curas dentro, porque ya lo dijo Durruti: "La única iglesia que ilumina es la que arde".
Eran las 19:30 de un miércoles, y quedé con esta misma amiga para que me ayudara a realizar mi obra: entramos en la iglesia y sin entrar a la misa, empezamos a llenar el suelo y las paredes de aguarras y gasolina, entre otras cosas. Salimos fuera a fumar, y tiramos las colillas dentro, viendo como se quemaba ante nuestros ojos y se reducía a cenizas y polvo, mientras sonaba en mi cabeza "Gebrechlichkeit II" de Burzum: temazo minimalista, pero hipnótico y fantástico para la ocasión.
Repetimos la jugada en unas cuantas más, y como vimos que no era suficiente, quemamos bancos también, ya que para mí, las iglesias y éstos tenían muchas cosas en común.
Cuando me cansé del rollo, decidí dejarla en casa, y pensar en otros rollos.
Había pasado bastante tiempo de todo aquello y no sé porque, la madera aún no había llamado a mi puerta.
Por aquel entonces, había desarrollado una obsesión por la muerte espectacular y quería experimentarla en mis propias carnes: así que escribí la típica carta de suicidio, cogi un cuchillo, una máquina clavera y subí al ático.
Cuando llegué, con más ansia que curiosidad, empecé a rajarme la cara y los brazos en vertical. Subí al borde que daba a la calle, y empecé a disparar los clavos en mi cerebro, hasta que por inercia me caí al vacío, mientras sonaba en mi cabeza "Freezing Moon" de Mayhem.
De repente sentí como me descogotaba como un boquerón haciendo que la tapa de los sesos se hiciera pedazos junto con éstos, quedando así una escena tan desagradable como los despojos que nos comemos diariamente.

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