Flores y
hojas caducas como papel charol, paisaje gris y estéril, el cielo llorando
lluvia ácida, corroyendo todo alrededor con cada gota; el mar arrastra el
mercurio acumulado por siglos, el magma de todo volcán sale a la superficie al
compás de la furia de Gaia.
Su fuerza y
salud al forzar se rompió produciendo tremendas grietas, marcando cicatrices
que no se cerraran jamás. La gran explosión de rabia acumulada por el centro de
la tierra es expresada con temblores: pronto se presentará el segundo ataque
del cielo, pero ahora con fuego marcando en las pieles la condena. Gaia resultó
ser más frágil de lo esperado.
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