jueves, 22 de mayo de 2014

ENREVESADO

La plastilina es como el amor:algo que puedes moldear pero que se rompe con facilidad,como una curiosa mezcla de ninfomanía y anfetamina,una fórmula química que ya quisieran para sí muchas drogas,siendo esta tan puta como todas las demás e incluso más adictivia que la heroína o la nicotina,y a la que muchos persiguen como el dinero,el cual, curiosamente,te puede dar la vida o quitartela(ahí va!,como eso a lo que llaman amor); la de cosas que pueden hacer mover,joder como la masa esa de plástico,sales de calcio,y otras cosas que pone en el envoltorio;recuerdo esa niña que tan feliz hacía figuras con ella al ritmo de una cancioncilla que cantaba mientras.
A veces los billetes y los sentimientos van de la mano,como si fueran en busca de un Dios celoso,altanero y cruel que nos cohibe,prohibe,juzga y nos hace caer en el tabú,haciéndonos caer en dogmas e ideas absurdas, preconcebidas,como el cielo y el infierno;y al loro de caer en el segundo,porque te arderá el rostro mientras el demonio te percula con su rabo mastodóntico mientras escuchas Heavy Metal y por la boca sientes el pijo de Hitler rozándote la campanilla.
Bendito aquel día en que razoné con aquel hombre de medio siglo a sus espaldas que me dijo lo que realmente era el cielo:Ir de fiesta,drogarte,sentir la naturaleza,que no te falte el techo,vivir tranquilo,llevarte bien con quien pudieras,debatir,escuchar,aprender,plantear. En definitiva,lo que te hicera feliz.
En el caso del infierno habló de hambre,dolor,sufrimiento,depresión,agonia,y  violencia en todas sus formas.
Habiéndome gustado tanto el discurso,en este mundo donde la gente ve más normal un puñetazo en el ojo que un abrazo,decidí darle lo segundo.

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