El corazón me latía tan fuerte que... se me subió el temor a la mente, salió despedido por mis oídos y la serpiente blanca asomó por el cristal de la ventana. Otra vez allí plantada estaba, así que no tuve más remedio que echarla a escobazos, mientras ella esputaba sus salivazos como si fueran flechazos tirados por mohicanos. Se enroscó en el palo de la escoba, y me mordió en el dedo corazón.
Bajó la sangre de arriba abajo, haciendo una especie de recorrido trazado por todo el cuerpo, de la frente al talón. Cuando vi ese río rojo que llegaba hasta el suelo me desmayé, y cuando desperté, vi el piso en llamas.
Aunque no me dañaba el fuego, al tocarlo descubrí, para mi sorpresa, que podía manipularlo. Estaba como inmersa en un sueño, rodeada de llamas con diferentes gamas que cambiaban de azul a naranja al paso de mi mano, por encima de ellas hibridando las cosas feas y las cosas bellas; brillando como centellas, todas ellas visiones tan reales que creo poder tocarlas, intento llegar, pero siempre está lejos y más lejos y más lejos, tanto como los astros, que ahora se reflejan en mis ojos, distantes, como nunca lo estuvieron antes; distantes como siempre he sido yo con las personas que me rodean, y ahora me pasa factura la sinrazón de mis días, cayendo como hojas en otoño el árbol, caducas y frágiles como el papel, rompiéndose a cada paso que doy volviendo a pisar las huellas que dejé en el camino hasta donde estoy ahora, intentando retomar un pasado ya dañado y dolorido; recogiendo los pedazos restantes de las emociones, ya borradas, de memorias desoladoras de desamores, que ahora de repente aparecen en mi memoria jodiendo el momento de gloria, trayendo consigo impulsos que invitan a la agonía, a hacer historia.
Me da la sensación de que nunca voy a poder recuperar la cordura después de este trance; que quedarán secuelas cuando dance y todo esto del peso se abalance, torciéndose hasta que se canse.
Hasta que me canse yo de la monotonía de mis días y me marche y clave mi piel en la pared con un remache con todas los renglones que de ella manché. Y entonces, ahí sí que desperté de mi inconsciencia y me encontré mi imagen tirada en suelo, de vuelta a la apestosa realidad que marca mis días.
N. del A.:Co-autoría a cargo de María PL,amiga y vecina
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