RUINAS HUMANAS

Ya no hay luces de coches en la ciudad

Murió señora murió, del tráfico sólo queda su fantasma

Semáforos hacen guiños rojos, naranjas y verde:

                                                           bailando la amenaza invisible

Aviones que atraviesan ciudades con un chasquido,

Se esconden porque tienen miedo

Viento con  pisadas que arrastran pánico bajo la luz de la luna

Pájaros en árboles transmitiendo noticias en directo

Sentimiento neutral, demasiada. Paz...

Las farolas iluminan la incertidumbre mas no el día de mañana

Todavía hay esperanza, de lejos se oyen las campanas

El hastío hace de las suyas, hipnotiza con sus filigranas.

El ansia salió al super, a por la compra de la semana

La duda pregunta 24/7 ¿falta mucho?

NINFETAMINA

Embutida en vestido de plástico, húmeda como piscina

Cuerpo blanco y brillante, olor fuerte a gasolina.

Desabrocho tu cinturón, te saco del vestido.

Te hago bailar hasta quedarte seca, aspiro tu ser, subo bien arriba

Euforia por norma, inquietudes por bandera

No te canses de mí, haz la noche eterna.

Calientas como mil fallas, supero hazañas y químeras

Recorramos lunas de Júpiter, nademos en la andrómeda

Recitemos a la pared, hagamos migas la noche

Sobar quiero y no puedo, dominas con mentales enrredos

Tras reventar el gozo, cabalgo a orillas de la agonía

Temo el reloj, tiempo se volvió tedio.

Ansío repelar cada parte de tu vestido, suspiro

Aspirar tu cuerpo, tragarme tu alma al instante, rápido

Profanar los sueños en el reloj encerrarme, cautivo

Pero el polvo está echado y quiero dormir tranquilo

UN SEGUNDO EN TETRABRIK

Te vi, te vi, y fue como estar un segundo en TETRABRIK.
Te vi y te concebí, la belleza más oculta del jardín.
Las mil aguas de abril y que significa feliz.
A tu mirar y palabras - atento - de mimos y besos retroalimento,
Me haces tanto bien, absorbo cada poro de tu piel,
Chupo el néctar y lo convierto en miel:
Mezcla entre sexo y zen.
Pinceladas de saliva, cálido ambiente y clima,
Amor y guarreria... convertidos en poesía.

DEMONIOS DEL NIÑO INTERIOR

Huérfano de sentimientos, ánimo y placer, mi miedo se convierte en fuego; o quizá este esté devorándolo a él.
Ya no sé que hacer, apoyo mi espalda sobre la pared, y lentamente me dejo caer, me llevo la trompeta a la boca: toco un si para bajar al re.
Si hay algo que ahora brilla por su ausencia, es el aire.
La melodía sombría atrae a los cuervos, y con estos, la oscuridad. Ansioso estoy porque devoren cada parte de mí, acechando en las sombras, esperando mi fin.
Sigo tocando el réquiem de mi duelo, al cual sólo yo asisto, además de los carroñeros. La pared se llena de grietas y hongos, se va quebrando, acompañada por la melodía gris. Mis ilusiones se desploman, así como las ganas de vivir; me falta el aliento, el frío se acopla a mí: ahora soy hielo puro.
La indiferencia se convierte en oxígeno, el asco y el odio en sangre, lo perverso busca un lugar donde vivir para siempre.

FINAL ALTERNATIVO: O no... por las grietas  del suelo empieza a fluir agua, que desemboca en un charco frente mis ojos, y la sed se apaga, mientras mi mente y garganta se hidratan de esperanza.
Tras saciar la sed, adopto la postura del animal que acecha su presa, imperturbable y paciente, esperando que acudan a  mí los demonios del niño interior y reducirlos a cenizas.