Caliento los músculos de los brazos y las piernas, ya que
estoy a punto de salir al escenario a dar tralla con mi banda de Death Metal, y
es una música qué requiere de mucha destreza.
Empieza el show, y a los pocos minutos vemos como una poca
gente (todo se diga),empieza a hacer pogo como loca. Me encanta este rollo, es
como si el apocalipsis se revelara y tú tuvieras qué luchar por tu
supervivencia a todo coste, volver a lo primitivo, y sin tregua; porque si hay
algo qué no damos en nuestros conciertos, es eso.
Pasados tres cuartos de hora y dos bises de concierto, voy
hacia mi camerino, me pinto una de las gordas que me habían dejado para mí, y
salgo derechito como un cohete hacia a la barra a pedirme un Ron con Coca-Cola,
acompañado de un cigarro - a eso es lo que yo llamo un clásico.
Son las 4 de la mañana y los conciertos se han acabado,
ahora dan paso a Djs que pinchan una música demasiado fofa para mí, y como no
veo con qué entretenerme salgo a buscar a los de mi grupo… no deben andar lejos
y yo aún quiero más caña, me importa una mierda donde.
Al salir de la sala y tras mil vueltas mareando gente y
privando sin parar encuentro a Álex, la cantante, con una amiga suya. Ésta me
da dos besos me dice su nombre y yo hago lo mismo.
Después de presentarnos, que, por cierto, se me olvidó decir
el nombre de la otra chica… si no recuerdo mal se llamaba Ana y tenía un tipazo
qué te cagas: la mayor belleza que veo en mucho tiempo, o quizá en la vida…
bueno, el caso es que está mujer nos propuso ir al coche a pintar y tal, y
cuando acabamos de aspirar, nos dice de irnos a una rave, que tiene mucha
mierda pa’ tirar, quiere ir dónde sea
menos a la cama(curioso, igual que yo)… Álex está un poco indecisa, pero cuesta
menos de diez minutos convencerla del todo, y a mí, pues... bueno, no tienes
qué decirme dos veces qué nos vayamos de farra.
Álex arranca el coche y se dirige hacia la autopista. Como
no sabemos dónde es exactamente, me toca llamar a un amigo y preguntarle la
ubicación. Éste me la envía y nos vamos derechitos hacia allá.
Llevamos más de hora y media dando vueltas, y vueltas, y
vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, tantas, qué decidimos parar a pintar
otra vez, es mucho más chunga de encontrar de lo qué pensaba.
Esta vez pinto yo, y como estoy harto de tanto speed, me
saco de la manga el cristal, y pinto una puntilla para cada uno. Al esnifarla
me pega tal puñetazo que me deja la napia como si me hubiera metido cristales
(ya lo dice el jodido nombre) después de esta una chupaeta, y arrancamos con el
coche otra vez.
Esta vez le dicto las indicaciones a Álex tal cual están en
el mensaje, y tras veinte minutitos de carretera, pillamos un desvío qué lleva
a un camino de piedras, el cual nos lleva a un llano qué está petadísimo de
coches, y en la qué se escucha Hard Techno a punta pala (a unos cuatro mil
vatios).
Realmente me la pone dura esta música y más a este volumen,
por eso le pego otra chupaeta al cristal, el cual comparto con mis amigas, y
acto seguido, una buena línea de original (que no recuerdo ni de dónde salió),y
directos a chupar bafle.
Nos ponemos a bailar como locos delante el altavoz, y yo voy
notando como mi mente se separa del cuerpo lentamente… poco a poco, mientras
voy bailando al compás de la música - aunque no tenga mucho arte para ello.
Voy tan liado que me resbala, además creo qué me voy a poner
en la lengua medio ajete, pa ir dándole a la maquinaria. Me volteo a los lados
y le doy el otro medio a Ana, Álex no sé donde se ha podido meter.
Doce de la mañana, estoy sentado en el suelo y con los pies
quemados de tanto bailar, saboreando un porro de los pocos qué me quedan y
disfrutando del bajón del tripi hablando lúcidamente con Ana.
Me encanta el ácido, realmente saca lo mejor de mí, y me da
paliqueo extremo.
De repente empiezo a notarme cansado y con calenturas así
que nos levantamos y vamos a buscar a Álex, ya qué no la vemos desde hace un
par de horas.
A los cinco minutos de paseo la encontramos contando chistes
a unos tíos que por lo visto ya conocía de antes, es una chica muy extrovertida
y se para a hablar hasta con los perros, pero al fin y al cabo es mi amiga, y
está bien como es.
He bebido un cuarto de botella y aparte ya me he remojado un
par de veces la nuca y la cabeza y sigo estando tenso. Ana, al ver que no se me
pasaba, dijo qué sabía hacer Reiki y que si quería que lo pusieramos en
práctica… yo había oído hablar de él, aunque nunca lo había practicado, como
soy muy curioso, accedí.
Hicimos el procedimiento, y al pasar su mano por encima de
mi cabeza empecé a notar como todas las tensiones iban siendo aspiradas hacia
afuera de golpe. En un instante, volvi a sentirme vivo, probablemente como
nunca. Al acabar, le di gracias a Ana por haberme espabilado… no sé qué tendrá
el Reiki ni donde estará la magia, pero a mí desde luego me devolvió a la vida.
Ana se levantó me agarró fuerte la mano y me arrastró hacia
los baffles otra vez, dejando a Álex con sus compis. Al llegar allá, un colega
me da una lata de birra y le pego un trago. Acto seguido, veo como Ana se pone
a bailar y yo le sigo el rollo, haciendo algo así como una competi de baile en
plan coña.
Estoy sudando como un cerdo y tengo la boca hecha una
pastera, además no me apetece privar más, así qué le proponga a Ana ir a dar
una vuelta a ver a quien nos vemos.
Llevamos paseando y hablando de mil movidas como una media
hora, así que decidimos parar a la sombra de un algarrobo a tumbarnos y
observar la forma de las nubes, alejados un poco de la música, ya qué son
demasiadas horas despierto.
No sé cómo, pero sin darme cuenta noté como me iba comiendo
los morros con ternura, como si fuera la única persona junto a ella que quedara
en la tierra y no quisiera perderme. Yo empecé a acariciarla y a sentir su piel
suave y blanca como la flor del cerezo, bajando por su vientre e
intercambiándonos como una mezcla de lujuria y pasión.
Una hora después y apagados los cigarros
"post-polvo", nos vestimos y volvemos otra vez a pegarnos los últimos
bailoteos, ya qué están a punto de chapar la rave. Allí vemos a Álex bailando
con un tío y contenta como un niño (por lo vista ella también pilló cacho).
Aunque paso de preguntarle en ese momento, me acerco a ella,
le doy un abrazo de esos destructores y ella me dice qué cierre los ojos y aprovecha
para meterme un cuarto de rula en la boca.
Acaba de chapar la rave, así que nos subimos en el coche, y
nos piramos a una balsa que hay cerca de un huerto a bañarnos en pelotas.
Tras el chapuzón me tumbo al aire nocturno y fresco a
disfrutar del colocón de la rula y de los labios de Ana,me vuelve loco esta
chiquilla,lástima qué no sepa cuando volveré a verla,por eso mismo,no pierdo el
tiempo.
Después de estar secos,fuimos al coche a descansar un poco,
escuchando Extremoduro para relajarnos… aunque quizá no sean palabras qué se
relacionen entre sí, yo estaba agustísimo y no quería despertar.
Nos quedamos dormidos unas seis horas, y para entonces ya
eran las 8 de la mañana de un lunes, así que decidimos acabarnos lo poco que
nos quedaba, fuimos a almorzar y dejamos a cada uno en su casa.
Y, al llegar a la mía, escribí todo esto. Puede que sea un
pastel, pero es que no estoy acostumbrado a que me salga todo tan bien.